martes, 11 de junio de 2013

Pérdidas y ganancias de la vida adulta




(Poseo el mismo humor que Juanita Cruz cuando le da a un toro)



Me he dado cuenta que he perdido el humor, con los años he perdido el humor y algunas cosas más. Fijadse todo lo que ha disminuido en mí considerablemente con tres décadas encima (tomen nota):
  

  1. Mi tolerancia frente al egoísmo
  2.  Mi capacidad para soportar los juicios
  3.  Mi HUMOR
  4.  Entusiasmo en general


1)
A ver… Situación:
Una mujer con un bebé sube al Bondi con el cochecito abierto -porque es nuevo, no tiene cancha con él todavía, y no le dio tiempo de cerrarlo-. Otra mujer que estaba arriba del colectivo comenta: -Deberías pagar dos boletos con el lugar que ocupás-. No tengo tolerancia frente a estos comentarios ¿Estamos? Tengo treinta y no soporto la mujer poco solidaria ni de cajeta grande.

2)
Los consejos que vienen con juicio incluido, no van más. Eso de creer que sabés lo que es estar en los zapatos de otra persona está demode maestro. Terminemos con la cantinela del “yo que vos…” o “deberías…” Porque no podés con tu vida Titán, sos más chato que zapatilla de bailarina. Recordá que cuando señalás con el índice a alguien hay tres deditos que te señalan a ti (señalen cualquier cosa y vean, ¿se entiende lo de los deditos? es muy visual).

3)
He perdido el humor, los que me siguen desde mi antiguo Mundo -igual de Aquilante que éste- recordarán que yo era una persona con mucho humor -me reía de mi misma por lo menos-. Bueno, ahora para hacerme reír tenés que remarla muñeco… que ni te explico… No le encuentro la gracia a los chistes en general y no me sale reírme de mí misma tanto como lo hacía antes. Es más, muy en el fondo, me doy cuenta que soy extremadamente seria. Este es uno de los motivos por los cuales abrí un nuevo ciclo de Mundo Aquilante: Recuperar mi humor desfachatado, renovarlo por lo pronto.

4)
Entusiasmo… Si algún treintañero posee algo, alguito nomás de entusiasmo en su haber, le regalo un camisón de seda pura o la raqueta que usó Martín Jaite (en no sé que torneo). Digo, a ver, felicidad sí, placer sí, pero ¿entusiasmo? esa sensación adolescente tan maravillosa y fantasiosa no existe más habiendo cumplido tres décadas.
El entusiasmo consistía básicamente en creer muchísimo en cualquier cosa, en ponerle a todo todas las fichas, en la confianza total de que existía un Mundo vasto y enorme. Lo de afuera siempre iba a llenar lo de adentro. ¡Hasta! hasta… que cumplís treinta capo y tu vida da un giro de 360 y te ponés a buscar adentro lo que querés encontrar fuera e incluso podés dejar de buscar porque ya te hinchaste la pelotas (la Vida no es el Mario Bros).


Nota al pie: Hagan un seguimiento exhaustivo del grado de humor que pueden llegar a tener mis posteos. Si ven que me pongo muy goma y no paro de escribir poesía inentendible me avisan. Tengo una misión y la quiero cumplir.




Me han cantado esto alguna vez: "Llevatela contigo que a mí me está volviendo loco... larirariraraira"


7 comentarios:

  1. Lo que no tenés es humor ni tolerancia ni paciencia frente a una chatura, a un egoísmo que se exacerba en estos tiempos. Y hablo de este país donde demasiados se rascan para adentro, como la anécdota del cochecito y la "solidaridad" trucha o la "piedad" trucha siempre acompañadas de consejos morales. Que la sigan chupando. No hacen reír a nadie.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. No te preocupes.
    Es la edad.
    Yo que estoy más lejos que tú no tolero ya nada.
    Nada de nada.
    El físico me acompaña aún y se tienen que aguantar.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. si, también es la edad, totalmente! Mientras el espíritu prevalezca se la tendrán que aguantar

      Abrazo

      Eliminar
  3. Besos, si tienes humor, lo que pasa es que ...

    Eres un encanto¡¡¡

    Ya saldrá.

    A veces es bueno dejar salir la risa, pero te entiendo.


    ¿te la han robado?

    :)

    ResponderEliminar
  4. Nadie podrá robarte nunca tu sonrisa.

    Besos.

    Bueno, lo de la tolerancia es muy relativo..., digamos que no toleras a la gente intolerante.

    Hay belleza en ti.

    ResponderEliminar
  5. Solamente cuando una puede irse desde una punta de su vida al carajo de la otra, puede saber cuál es el medio.
    Vaya, vaya nomás, putée, mande a la mierda, hínchese las pelotas por todo el tiempo en que dió caricias, por cada día en que toleró estoicamente la caca diaria que supimos construir, por la paciencia amazónica que supo tener. Desmídase para saber cuál es su medida, rómpase toda, que ahí, en el medio, está usted.
    Cómo la quiero.
    Por negra, por mágica y por peronista.

    ResponderEliminar