Todo lo que permanece blando, se
dobla pero no se rompe.
El bambú por ejemplo arremete su
camino estoico hasta los cielos pero no abandona la naturaleza de su
ternura. Por eso jamás se quiebra, que para el bambú quebrarse
sería dejar de existir. Algo parecido le pasa a los álamos me
parece ellos sólo piensan en llegar al Sol, flacuchos, se doblan y
se inclinan frente a los vientos, pero nunca se parten ni abandonan
su destino que es la altura (interna y externa). Creo que es algo
así... Por eso me gustan, y también me gustan porque crecen rápido.
Yo crezco lento, para mi criterio. Cada uno tiene un criterio
diferente de lo que es crecer. Para mí crecer puede significar
mantenerme tierna con una espada en la mano. No vengo de familia
bambú, ni tampoco familia álamo, por lo que para mi alma la lección
es aprender a doblarse y a la vez a ser una buena espadachina.
Leandro N. Alem creía que era mejor
quebrarse que doblarse “Que se rompa pero que no se doble”
escribió en su Testamento. Finalmente fue así su vida, él se
rompió a sí mismo, se suicidó temiendo la disolución de su
partido (el radicalismo). Cada uno cree lo que crea y viceversa.
Yo no quiero romperme ni
que se rompan ustedes tres. Escucharon el sonido de la madera
quebrarse o de la cerámica romperse? Es un sonido espantoso, como de
muerte, como de algo que ya no está viviendo. Escuché eso muchas
veces, tengo buen oído. El de las almas es un sonido peor. Por eso:
tiernxs! No simpáticxs, les quiero tiernxs! Luego les enseñaré a
usar bien una espada.
*imágen robada de internet
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